lunes, 30 de septiembre de 2019

La libertad de expresión de Stuart Mill


 Stuart Mill freedom of expression


 * Adrián Lozano

John Stuart Mill fué un economista y filósofo británico; representante de la ideología burguesa y destacada figura del positivismo. Nació en Inglaterra en 1806 y murió en Francia en 1873. Tuvo una infancia con muchos libros y pocos juegos. El cambio, la dinámica social y el debate que propone este autor son su mayor defensa de la libertad de pensamiento y discusión. Consideraba que las leyes no se mejorarían nunca si no existieran numerosas personas cuyos sentimientos morales sean mejores que las leyes existentes.
  Este exponente del utilitarismo defendía la libertad de expresión. Ella debía analizarse como principio de una ética práctico-argumentativa, fundamentada en el individuo, en tensión con la opinión colectiva, relativa a un concepto de verdad en proceso.
  Mill no aprobaría la posibilidad de que un gobierno, a pesar de contar con un fuerte respaldo mayoritario, ni aunque lo que se pretende defender sea una temática superada para esa sociedad, recorte la libertad de expresión de aquel sector que opina distinto al resto.
  Considera que una opinión expresada siempre puede contener aspectos positivos, aunque ella sea falsa, exagerada o inapropiada para esa sociedad en ese momento. En este caso promovería  algún debate que sólo puede llevar a un buen puerto. Abriría las puertas de una nueva discusión sobre la cuestión y posibilitaría que aquellos que están en contra de las actitudes racistas y discriminatorias ofrezcan nuevos argumentos para defender aquellas ideas que se encuentran instaladas y que revean los fundamentos que sostienen esa forma de pensar y de actuar. Tal vez se encuentre en el debate nuevos elementos que refuercen los conceptos instalados o quizá sirva para encontrar actitudes discriminatorias propias escondidas o naturalizadas por la sociedad en la actualidad.
  El caso de la discriminación racial es un tema que está superado en muchas sociedades y por suerte son pocos los que apoyarían este tipo de actitudes; pero hasta en estos casos, Mill sostendría que no debería ser un tema indiscutible y acabado, todo lo contrario. El ataca la infalibilidad de las ideas y sostiene que todo debería ser expuesto a debate. En el caso de que una opinión fuera verdadera y no fuera sometida a debate, se estaría privando de la posibilidad de modificar concepciones que se tienen falsamente como verdades indiscutibles y en el caso de que la opinión sea falsa se estaría privando de la sana argumentación que le otorgaría más consistencia a lo sostenido. También podría estar ocurriendo que la falsedad de una argumentación contenga aspectos verdaderos o positivos que nutran, mejoren o modifiquen aquello que se entendía como incorregible. Es el modo en que se defendería el carácter progresivo de las personas en pos de un mejoramiento constante y permanente.
  Mill argumentaría también que esta publicación sería positiva para que esta idea antidiscriminatoria o racista no se viva como un dogma estudiado y repetido, sino todo lo contrario, que se combata  a través de vivencias propias y argumentos esgrimidos por los actuales ciudadanos y no sólo sostenido por la lucha de aquellos que escribieron sobre el tema en otros tiempos o que enfrentaron la problemática en persona.
Por estos motivos, Mill promueve y alienta la obligatoriedad que tienen los gobiernos de formar opiniones lo más verdaderas posibles pero si ser impuestas compulsivamente por ellos.
  La historia muestra muchos ejemplos en donde se han modificado concepciones fuertemente arraigadas en las sociedades. Estos cambios se fueron dando con las opiniones, en un principio, de sectores minoritarios. Por medio del debate y de las confrontaciones se fueron transformando las verdades absolutas en dudas y luego en cambios sociales. Pensemos en la esclavitud, la matanza de judíos o en la imposibilidad del voto femenino. Si estas nuevas ideas hubiesen sido aplastadas en defensa de la opinión mayoritaria, nunca se hubieran modificado tales injusticias.