viernes, 26 de julio de 2019

Filosofía: una mirada introspectiva


  Philosophical pollution

* Adrián Lozano



   Isaiah Berlin fué un autor que navegó los límites que existen entre la Historia y la Filosofía Política. Este inquietante personaje pudo analizar muchos  acontecimientos políticos del siglo XX, muchos de cuales han dado forma a la estructura que el mundo nos ofrece por estos días.
  Isaiah Berlin sostiene la idea de que los seres humanos, en el intento de desentrañar los problemas, ponen en juego algún tipo de modelo estipulado por el medio del cual desarrolla las explicaciones o descripciones del caso. Es decir que la filosofía es contaminada, de alguna manera, por los pareceres o los postulados de una determinada época.
  Invita entonces que la filosofía debe mirarse a sí misma para poder analizarse epistemológicamente, filosófica y lingüísticamente.
  Supone que la tarea filosófica es indagar e investigar aquellas cuestiones que no estén atadas a los preceptos utilizados comúnmente. Despojándose así del temor de realizar, lo que él llama, un autoexamen crítico. Asegura que  “ La meta de la filosofía es siempre la misma: ayudar a los hombres a comprenderse a sí mismos y, de tal modo, actuar a plena luz, en vez de salvajemente en la oscuridad.”( Berlin, 2013.p.42).
  Las afirmaciones de Berlín podrían emparentarse en algunos puntos por lo expuesto por Immanuel Kant en cuanto a sus intereses de aplicar un espíritu crítico a las cuestiones  filosóficas y aceptar que la experiencia da los conocimientos previos de las cosas. Esta idea da cuenta de la capacidad del filósofo de saber que llega a ellos con un concepto anterior  ya formado. Son los llamados “fenómenos” y “neumenos” kantianos.
  Tambien  Hannah Arendt da cuenta de algunas críticas profundas que debe realizar el pensamiento filosófico.
Hannah Arendt considera que la filosofía debe reconstruirse después de Auschwitz debido a la aparición de una nueva categoría política que emerge en el siglo XX: el totalitarismo. Esta es una forma de dominación diferente a  todas las anteriores tales como las tiranías o los despotismos.
  Estas formas de gobierno totalitarios procuran la erradicación de la libertad en forma completa como también la anulación de la espontaneidad humana. Para ello se llevaron adelante la reclutación de personas en los campos de concentración y el exterminio (no la reconvención) de aquellos considerados enemigos. En su afán de lograr una dominación total de las masas, se intentó la aniquilación de la persona moral, la interrupción de toda solidaridad humana, de rastros de individualidad y de dignidad humana.
Arendt, en este sentido, consideraba que estas nuevas formas de degradación humanas requieren de la construcción de nuevos conceptos filosóficos que pudieran intentar explicar estos fenómenos, este “triple quiebre” que Arendt señala que significó el totalitarismo: el abismo del mal absoluto, la supresión del mundo común y la ruptura de la tradición.
Para enfrentar estos desafíos, la filosofía debe realizar una crítica profunda de los elementos de la civilización occidental y de la tradición filosófica que animaron a la aparición de los regímenes totalitarios. La filosofía debe adquirir un pensamiento que afronte las experiencias de la época actual pudiendo remontarse al pasado para poder indagar y repensar el presente.
La filosofía debe sostenerse en la pluralidad humana y en la contingencia de la historia y de los asuntos humanos con el fin para procurar la interpretación del pasado pero sin realizar predicciones finales.

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