Philosophical pollution
* Adrián Lozano
Isaiah Berlin fué un autor que navegó los límites que existen entre la Historia y la Filosofía
Política. Este inquietante personaje pudo analizar muchos acontecimientos políticos del siglo XX, muchos de cuales han dado forma a la estructura que el mundo nos ofrece por estos días.
Isaiah Berlin sostiene la idea de que los seres humanos, en el intento de desentrañar los problemas, ponen en juego algún tipo de modelo estipulado por el medio del cual desarrolla las explicaciones o descripciones del caso. Es decir que la filosofía es contaminada, de alguna manera, por los pareceres o los postulados de una determinada época.
Isaiah Berlin sostiene la idea de que los seres humanos, en el intento de desentrañar los problemas, ponen en juego algún tipo de modelo estipulado por el medio del cual desarrolla las explicaciones o descripciones del caso. Es decir que la filosofía es contaminada, de alguna manera, por los pareceres o los postulados de una determinada época.
Invita entonces que la filosofía debe mirarse
a sí misma para poder analizarse epistemológicamente, filosófica y
lingüísticamente.
Supone
que la tarea filosófica es indagar e investigar aquellas cuestiones que no
estén atadas a los preceptos utilizados comúnmente. Despojándose así del temor
de realizar, lo que él llama, un autoexamen crítico. Asegura que “ La meta de la filosofía es siempre la
misma: ayudar a los hombres a comprenderse a sí mismos y, de tal modo, actuar a
plena luz, en vez de salvajemente en la oscuridad.”( Berlin, 2013.p.42).
Las afirmaciones de Berlín podrían
emparentarse en algunos puntos por lo expuesto por Immanuel Kant en cuanto a
sus intereses de aplicar un espíritu crítico a las cuestiones filosóficas y aceptar que la experiencia da
los conocimientos previos de las cosas. Esta idea da cuenta de la capacidad del
filósofo de saber que llega a ellos con un concepto anterior ya formado. Son los llamados “fenómenos” y
“neumenos” kantianos.
Tambien Hannah Arendt da cuenta de algunas críticas profundas que debe realizar el pensamiento filosófico.
Hannah Arendt
considera que la filosofía debe reconstruirse después de Auschwitz debido a la
aparición de una nueva categoría política que emerge en el siglo XX: el
totalitarismo. Esta es una forma de dominación diferente a todas las anteriores tales como las tiranías
o los despotismos.
Estas formas de gobierno totalitarios
procuran la erradicación de la libertad en forma completa como también la
anulación de la espontaneidad humana. Para ello se llevaron adelante la
reclutación de personas en los campos de concentración y el exterminio (no la
reconvención) de aquellos considerados enemigos. En su afán de lograr una
dominación total de las masas, se intentó la aniquilación de la persona moral,
la interrupción de toda solidaridad humana, de rastros de individualidad y de
dignidad humana.
Arendt, en este
sentido, consideraba que estas nuevas formas de degradación humanas requieren
de la construcción de nuevos conceptos filosóficos que pudieran intentar
explicar estos fenómenos, este “triple quiebre” que Arendt señala que significó
el totalitarismo: el abismo del mal absoluto, la supresión del mundo común y la
ruptura de la tradición.
Para enfrentar
estos desafíos, la filosofía debe realizar una crítica profunda de los
elementos de la civilización occidental y de la tradición filosófica que
animaron a la aparición de los regímenes totalitarios. La filosofía debe
adquirir un pensamiento que afronte las experiencias de la época actual pudiendo
remontarse al pasado para poder indagar y repensar el presente.
La filosofía
debe sostenerse en la pluralidad humana y en la contingencia de la historia y
de los asuntos humanos con el fin para procurar la interpretación del pasado
pero sin realizar predicciones finales.
La filosofía debe autodedcubrirse siempre.
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